sábado, 17 de marzo de 2007

La hora en que cuenta pastillas algún suicida

La noche del baile de graduación el carsimático mariscal de campo se garchó a medio campus y dejó cuatro mujeres embarazadas. No tenía ide qué hacer, la policía se daría cuenta pronto. No había forma de encubrirlo, por lo que huyo cobardemente como suicida sin vocación, casi como conductores suicidas en la carrera por alcanzar la paz mental y, cayendo en una pesadilla de drogas duras y sexo sadaomasoquista, de la que solamente escapó cuando sonó el chirriente sonido del despertador: Era la hora de encender el televisor y disfrutar un golorioso capítulo de "A Jugar con Hugo".


Algunas palabras de este texto fueron alteradas para darle más coherencia. Específicamente las que se refieren al sujeto.

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