10 de Marzo. San Telmo.
Juan y yo salimos del bar con clarísimas intenciones de fumarnos un porro. Dimos vueltas y vueltas, hasta que llegamos a plaza dorrego. Allí nos encontramos con un vendedor de sahumerios artesanales que nos contó una historia extraña sobre un tesoro y nos dio un mapa. Fran tenía muchos skills en cartography, pero Peto, configurado por el argentum, lo desifró y se transoformó en un libro antiguo que nos informó sobre una isla... particular. Allí las mujeres eran todas sensuales y andaban desnudas, la cannabis sativa crecía por doquier; incluso llovían donas. ¿Cómo no querer ir? Así que comenzamos a buscar un pirata y así lo conocimos al Rubio, totalmente en pedo a las trompadas con dos patobas de la Diva. A cambio de una botella de ron aceptó unirse a nosotros.
Ahora necesitábamos un barco, pero no teníamos dinero suficiente. Fuimos al puerto a buscar algo más o menos económico, pero todos los precios estaban en dólares. Finalmente encontramos a un tipo parlanchín que nos vendió un barco por $150, una noche con la hermana de Fran y tres facturas. Pero esta embarcación, aunque resistente, tenía un problema: atraía Krakens. Aun así, zarpamos.
Antes de zarpar decidimos reunir equipo: víveres, sogas, pociones rojas, ron, cigarros, guía T, y por supuesto Peto tomó su celular y lo llamó al Pity. Y como no podía ser de otra forma el chabón tenía la posta. Como si estuviésemos en en Waterworld cayó cual kevin Costner en moto de agua.
Demoramos nuestra partida una semana más porque nos llegó una factura, no solo del pity, si no también de Tetrahidrocarburos (porque no escuché que de eso se ocupaba Peto) y salimos a juntar oro a lo que se nos antojaba el final de algún arcoiris con una olla de locro. Así que comenzamos a cargar la papota al barco sin muchas preocupaciones. ¿Quién hubiera dicho en ese momento que aparecería Bob Marley? Pero no era así, estabamos todos muy fumados solamente. Para colmo, Juan agitó un orco que resultó ser un secuaz de Data y le luteó toda la merca. ¿Pero qué otra cosa hacer con toda la merca si no tomársela? No, era la única posibilidad, pero era demasiada, así que hubo que compartirla con el Aboroth, pero planeamos esperar un par de turnos hasta que fuera una 3/3 de morondanga, que de todas formas gracias a lo duro que estaba nos costó agitarlo, aunque paradógicamente lo matamos enseñándole la foto de Marita. Una vez recuperada y distribuída acorde al mérito personal, nos embarcamos, no sin antes brindar a la memoria de Marita. Esa noche, se nos apareció un hombre que se hacía llamar Wilson Fabio, llevaba una guitarra y una lata en la cabeza y nos vaticinó interesantes sucesos en nuestra odisea.
domingo, 18 de marzo de 2007
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