sábado, 28 de junio de 2008

la estructuralidad de la estructura

La estructura del lenguaje que analiza Deleuze presenta el problema del círculo vicioso para la comprensión de sus proposiciones. Tanto la designación, la manifestación y la significación no se bastan para poder comprender el lenguaje proposicional sin caer en una remisión circular de unas a otras. La significación requiere la afirmación de un estado de cosas que se remite a otra proposición (y de allí continúa la circularidad). La designación no puede ser el punto de partida tampoco porque el hablar (designar) requiere un yo, propio de la manifestación, que a su vez debe presentarse como “dotado de una significación inmediatamente comprendida, idéntica a su propia manifestación”[1]. Esta circularidad proposicional en la estructura presenta una falla por la progresión indefinida de las proposiciones (“estructuralidad de la estrucura” según Althusser, “lo real” según Lacan). El efecto de superficie de esta falla en la estructura es la serialización.

Deleuze identifica una cuarta dimensión de la proposición que es el acontecimiento o el sentido. El sentido es lo que insiste y subsiste en las proposiciones sin existir en sí mismo; es el elemento diferencial entre las proposiciones y el estado de cosas que, como frontera, se encuentra en permanente desplazamiento.

En el modelo de serialización, las singularidades (series) como totalidades unívocas se determinan entre sí a través de las síntesis disyuntivas. Estas son un punto aleatorio en el que convergen y divergen las series y se determinan de forma interdeterminada. Como la determinación se hace por la afirmación de la diferencia de sí misma de cada una de las series, entonces estamos ante una determinación indeterminada en la que las series son afirmadas al azar y son diferentes a sí mismas.

Hay un espacio “entre” que separa las proposiciones del tiempo y en el que cada serie puede ser pensada como una totalidad unívoca que es diferentes a sí misma, es decir, la diferencia se repite y cada repetición se separa por el espacio “entre”. Este espacio “entre” está en constante desplazamiento y es allí donde se ubica la frontera móvil o “fantasma” del sentido. Para que haya sentido, entendiendo el problema de la falla de la estructura, debe haber una condición incondicionada que es el sin-sentido ubicado en un punto aleatorio de convergencia. Este punto es la síntesis disyuntiva en la que se afirman las series interdeterminadamente como diferentes de sí mismas. Estas diferencias son el modelo básico de circulación del sentido, lo que insiste y subsiste en las proposiciones; y como la frontera en la que se encuentra el sentido está en permanente desplazamiento, entonces éste deviene como diferente.

Ahora bien, al coincidir diversas series de síntesis disyuntivas, se expresa la frontera como azar múltiple, en el que se afirma cada vez, todas las veces, todas las singularidades como totalidades unívocas diferentes a sí mismas.



[1] Deleuze, G.: “Lógica del Sentido”, p 38.

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