¿Que vendió sus ideales?
¡Qué lo pise un tren!
Siempre decía en su niñez
"Cuando sea grande quiero ser
Un gordo capitalista, un burgués".
Ahora, pobre hermano desconsolado,
Se ha quedado sin un peso.
Degradado, bien en contra de la moral
Se ha visto marchando a Plaza de mayo.
Ya van dos semanas de este paro
Por el aumento salarial.
Indignado con el izquierdismop
De "la nueva Izabelita",
Invoca a Cavallo, su viejo protector.
Prefiuere votar a los macristas:
Alaba las medidas arancelarias,
La presencia policiaca
Y a esta reluciente Capital.
"Si no llego a fin de mes",
Piensa nuestro héroe,
"Que cagada de verdad,
Pero por lo menos ya no tenemos
Mugrosos cartoneros
En esta impoluta ciudad".
Se despide con orgullo porteño
Y patrioterismo viril
De su hermano el abogado
(Quien piensa que es un gil),
Para volver a su habitación
En la simpática pensión en la que vive,
Pleno barrio de Once, Bartolomé mitre 136.
domingo, 23 de marzo de 2008
martes, 18 de marzo de 2008
Vivencia Número 1
Porteños al acecho de extranjeras,
Una rosa de papel para matar la indiferencia.
Ni una palabra de alemán, pero bueno,
Por fortuna nos sobra el syrah.
"Iu ar biútiful" dice el más galán,
"Acá somos todos músicos, tocamos jazz.
Nada mal, n'est pas?"
Pobre imbécil de cliché, no se da cuenta,
ellas no hablan en francés.
Su galantería las aburre,
Esa soberbia demodée...
Y yo que hice la rosa,
que hice la rosa y me callé,
dejé a los porteños ser porteños,
que toquen jazz y yo que sé.
"And what's your name?", me preguntaron
Esperando un buen cuento salvador
De la monotonía embutida a su alrededor.
"Charly Santos", contesté,
"That's all you wanna know".
Supongo que estará de moda
El self loading Kurt Cobain,
Porque de la rosa y del syrah,
Del jazz y los porteños,
Quedó sólo un recuerdo
En la cama de su hotel.
Una rosa de papel para matar la indiferencia.
Ni una palabra de alemán, pero bueno,
Por fortuna nos sobra el syrah.
"Iu ar biútiful" dice el más galán,
"Acá somos todos músicos, tocamos jazz.
Nada mal, n'est pas?"
Pobre imbécil de cliché, no se da cuenta,
ellas no hablan en francés.
Su galantería las aburre,
Esa soberbia demodée...
Y yo que hice la rosa,
que hice la rosa y me callé,
dejé a los porteños ser porteños,
que toquen jazz y yo que sé.
"And what's your name?", me preguntaron
Esperando un buen cuento salvador
De la monotonía embutida a su alrededor.
"Charly Santos", contesté,
"That's all you wanna know".
Supongo que estará de moda
El self loading Kurt Cobain,
Porque de la rosa y del syrah,
Del jazz y los porteños,
Quedó sólo un recuerdo
En la cama de su hotel.
miércoles, 12 de marzo de 2008
Y se hizo película
La noche estaba más fría de lo habitual, el Mediterráneo rugía con desconsolada violencia. Amanecía, pero no calentaba el sol.
Todas las noches, satisfechas sus ansias de sangre, Xoan recordaba, antaño, cuando su cuerpo podía amar a las hijas de los gitanos que hoy son su cena. La pregunta lo estocó, haciéndole una rauda herida donde solía estar su corazón: "¿Quién eres?" La respuesta parecía no llegar nunca. Se conformaba con hacerse llamar Xoan, eso tenía que bastarle.
La víspera de Navidad de 1644 una inocente niña ingresó a su escondite, huyendo de malvados lobos, y encontró su ataúd abierto.
¡Malditos cazadores! Lo habías descubierto, estaba seguro. No, él no terminaría en una hoguera, no caería en las manos de los cristianos. En ese momento decidió emprender una cruzada contra la inquisición.
Arrasó conventos a sangre y fuego. Aterrorizó abadías, descuartizó capellanes, ofreció monjas a ghouls violadores y desencadenó la peste en Lutecia.
Sin embargo, con esto no consiguió nada en concreto. Tuvo que esperar varios siglos para poder desmantelar a la Santa Intitución, mediante ardides. Finalmente, entrado el siglo XXI, se cambió el nombre a Dan Brown y publicó un best seller.
Todas las noches, satisfechas sus ansias de sangre, Xoan recordaba, antaño, cuando su cuerpo podía amar a las hijas de los gitanos que hoy son su cena. La pregunta lo estocó, haciéndole una rauda herida donde solía estar su corazón: "¿Quién eres?" La respuesta parecía no llegar nunca. Se conformaba con hacerse llamar Xoan, eso tenía que bastarle.
La víspera de Navidad de 1644 una inocente niña ingresó a su escondite, huyendo de malvados lobos, y encontró su ataúd abierto.
¡Malditos cazadores! Lo habías descubierto, estaba seguro. No, él no terminaría en una hoguera, no caería en las manos de los cristianos. En ese momento decidió emprender una cruzada contra la inquisición.
Arrasó conventos a sangre y fuego. Aterrorizó abadías, descuartizó capellanes, ofreció monjas a ghouls violadores y desencadenó la peste en Lutecia.
Sin embargo, con esto no consiguió nada en concreto. Tuvo que esperar varios siglos para poder desmantelar a la Santa Intitución, mediante ardides. Finalmente, entrado el siglo XXI, se cambió el nombre a Dan Brown y publicó un best seller.
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